Lección 1

MEV 101 – El coste oculto de los mempools públicos

En este módulo, analizamos en profundidad qué es el MEV, cómo opera en los mempools públicos y por qué se ha transformado en un problema sistémico para la infraestructura blockchain. También examinamos cómo el MEV distorsiona los incentivos, debilita la confianza de los usuarios y ha propiciado el desarrollo de estrategias de mitigación como MEV-Boost y las subastas de flujo de órdenes (OFA, por sus siglas en inglés). Esta base conceptual sienta las bases para los próximos módulos, donde presentaremos nuevas arquitecturas como SUAVE, orientadas a crear ecosistemas resistentes al MEV.

Comprender la naturaleza del MEV

El Valor Máximo Extraíble (MEV, por sus siglas en inglés) es uno de los temas más críticos y controvertidos de los ecosistemas blockchain actuales. Nacido originalmente en Ethereum, el MEV hace referencia a la capacidad de los proponentes de bloques u otros intermediarios para extraer valor adicional de las transacciones de los usuarios mediante su reordenación, inserción o censura. El concepto surgió con las primeras oportunidades de arbitraje en los exchanges descentralizados, pero, con el tiempo, ha pasado a englobar una amplia variedad de tácticas manipulativas que comprometen la equidad del usuario y la neutralidad del protocolo.

El MEV tiene su origen en la forma en que se envían y procesan las transacciones en los bloques. En la mayoría de blockchains, los usuarios difunden sus transacciones en un mempool público, una especie de sala de espera en la que los nodos pueden ver y propagar dichas transacciones antes de que se confirmen en la cadena. Si bien este mecanismo garantiza transparencia, también expone las transacciones a conductas estratégicas por parte de actores con capacidad de influir en el contenido y el orden de los bloques.

Por ejemplo, cuando un usuario realiza un intercambio de gran volumen en un exchange descentralizado como Uniswap, esta transacción es visible para cualquiera que supervise el mempool. Actores sofisticados, conocidos como buscadores, pueden detectar la operación, simular el impacto y, a continuación, insertar sus propias transacciones antes y después de la del usuario en lo que se denomina un ataque sándwich. El atacante adquiere primero el activo, se beneficia del impacto en el precio generado por la operación del usuario y luego lo vende obteniendo un beneficio, todo ello a costa del usuario. Este es solo un ejemplo de las tácticas de MEV, pero ilustra la cuestión central: la visibilidad, unida al poder de decidir el orden, permite comportamientos extractivos.

El MEV también puede manifestarse como frontrunning, en el que un buscador replica una operación rentable y logra ejecutarla antes, o backrunning, donde el atacante se aprovecha del arbitraje residual tras un evento conocido. Estas estrategias se han automatizado y perfeccionado con el tiempo, dando lugar a una clase profesionalizada de buscadores y constructores de bloques especializados en MEV.

De un fallo técnico a un problema estructural

Lo que empezó siendo un subproducto del diseño de los protocolos ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno estructural. El auge de las finanzas descentralizadas (DeFi), donde diariamente se transaccionan cientos de millones de euros mediante operaciones visibles públicamente, ha hecho del MEV una característica inevitable del sector blockchain. Estudios de Flashbots y otros colectivos han demostrado que la extracción de MEV puede alcanzar decenas de millones de euros al mes solo en Ethereum, y que existen prácticas similares en rollups y en otras redes de capa 1.

Este nivel de extracción no es solo una anomalía técnica: tiene consecuencias graves para todo el ecosistema. En primer lugar, genera desigualdad. Los usuarios abonan comisiones más altas, sufren deslizamientos superiores a lo previsto y ven cómo se aprovechan de sus intenciones. En segundo lugar, distorsiona los mercados de gas: los actores enfocados en MEV suelen estar dispuestos a pagar comisiones de gas especialmente elevadas para priorizar sus transacciones, lo que margina a los usuarios habituales y vuelve impredecibles las tarifas. Por último, provoca inestabilidad en el consenso: en redes con prueba de participación, los validadores con capacidad de extraer MEV se ven incentivados a centralizar la producción de bloques o a coludirse con buscadores, amenazando la descentralización.

El MEV también provoca un uso ineficiente del espacio de bloque y aumenta las reorganizaciones de cadena. Los buscadores pueden enviar transacciones duplicadas o competir con distintas variantes de una misma estrategia, saturando los mempools y consumiendo recursos computacionales. En casos extremos, los validadores pueden bifurcar la cadena o iniciar reorganizaciones para capturar oportunidades de alto valor, comprometiendo la finalidad y la confianza en la red.

El mempool público como vector de explotación

El núcleo del problema del MEV reside en el mempool público. Su apertura constituye tanto una fortaleza como una vulnerabilidad. La transparencia permite a los usuarios monitorizar la red y a los desarrolladores crear herramientas, pero también brinda a los adversarios una visión anticipada de las intenciones de los usuarios. Toda transacción aparecida en el mempool público se convierte en una señal susceptible de explotación antes de su confirmación definitiva.

El problema se agrava por la brecha de latencia entre el envío y la inclusión de la transacción. Incluso en blockchains rápidas, existe una ventana temporal —a veces de milisegundos, a veces de varios segundos— en la que los buscadores de alta frecuencia pueden explotar la información del mempool. Dado que los mineros o validadores deciden qué transacciones se incluyen y en qué orden, se convierten en los guardianes del MEV. Si no existe regulación ni descentralización suficiente, el proponente de bloque se convierte en un extractor en lugar de un operador neutral.

Los intentos de ocultar la actividad del mempool, como cifrar el contenido de las transacciones o retrasar su publicación, han tenido resultados diversos. Aunque pueden reducir ciertas formas de frontrunning, suelen incrementar la latencia, dificultar la composabilidad o requerir más infraestructura. El problema de base permanece: los sistemas abiertos que dependen de la difusión pública son vulnerables ante quienes disponen de acceso más rápido, mejor infraestructura o privilegios especiales para incluir transacciones en los bloques.

El MEV en cadenas y dominios múltiples

Ethereum fue el punto de partida para la investigación sobre MEV, pero el fenómeno está presente en todas las cadenas. El MEV afecta a rollups, Solana, Binance Smart Chain o incluso Bitcoin, si bien su forma varía. El mecanismo depende del proceso de producción de bloques, el rendimiento de las transacciones y el diseño de los contratos inteligentes, pero el principio es el mismo: los derechos de ordenación son susceptibles de monetizarse, normalmente a costa de usuarios convencionales.

En entornos multichain y multidominio, aparecen nuevas formas de MEV. El MEV entre dominios consiste en capturar arbitrajes entre puentes, capas 2 y diferentes exchanges descentralizados no sincronizados. Por ejemplo, una gran emisión de una stablecoin en una cadena puede causar desequilibrios de precio en otra. Los buscadores pueden mover activos rápidamente y aprovechar esos desajustes, en perjuicio de los usuarios menos rápidos o que ignoran la oportunidad de arbitraje.

Los protocolos de puente, los agregadores de liquidez y las actualizaciones de oráculos representan fuentes potenciales de MEV. A medida que aumenta la interoperabilidad, también lo hace la superficie expuesta a la extracción. De este modo, el MEV deja de ser una cuestión exclusiva de una cadena y pasa a ser un desafío para todo el ecosistema, amenazando la equidad y la eficiencia de la economía cripto global.

La necesidad de resistencia al MEV

Dada su naturaleza sistémica, el MEV ya no se considera un fallo puntual, sino un problema estructural que requiere cambios arquitectónicos. Una línea de actuación es la mitigación, es decir, herramientas que reducen los efectos más perjudiciales del MEV sin transformar por completo la infraestructura. Entre ellas destacan MEV-Boost, mempools privados y esquemas de cifrado de transacciones. Ofrecen protección parcial, pero no eliminan los incentivos de fondo.

El enfoque más ambicioso es la resistencia, que implica rediseñar la arquitectura de construcción de bloques y de flujo de órdenes para reducir al mínimo las oportunidades de MEV. Esto pasa por separar la propuesta de bloques de la selección de transacciones, descentralizar el poder de construcción e introducir subastas competitivas para el flujo de órdenes. En este modelo, los usuarios envían sus transacciones a canales controlados donde su ejecución está protegida y se les asigna un precio justo, en lugar de enviarlas a un mempool público.

La resistencia al MEV no solo busca impedir los ataques sándwich, sino alinear los incentivos en todos los niveles de la pila blockchain y garantizar que validadores, constructores y usuarios interactúen de forma que se preserve la neutralidad, se limite la extracción de rentas y se refuerce la confianza. Esta visión fundamenta el desarrollo de nuevas arquitecturas como SUAVE, que se analizarán en detalle en los próximos módulos.

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